URUGUAY ENTERO DE COLECCION/Desde Montevideo/Eduardo Mérica para FMFUTBOL.COM
Nos costó tres meses y una semana traer un grupo de amigos y armar esta crónica histórica. Ya es de noche. Hay caras heladas. Vuelve el viento. La piel se resquebraja. Hay un grito en el barrio. Y hay silencios. Desde el Norte miramos para abajo. Nos ilusionamos. El Sur levanta la vista. Sueña. Hay una imagen, la misma, «la del Wilman» que hoy pocos se preocupan en saber cómo llega. Pero llega, y al corazón. Es una pasión sin fronteras donde hay fronteras -yo mismo he regresado al vecindario-, sin límites donde hay límites, sin recortes aún cuando después de seis décadas veo al Clú de mis amores. «¡Qué grande el Wilman!»…
«Un día mío en el barrio: Cuando era chico andaba todo el día en la calle y regresaba a mi casa a las dos o tres de la madrugada; y mi vieja me quería matar. Porque andaba por todos lados, me metía en el Club Wilman hasta altas horas de la noche con las murgas. Era un kamikaze…»
Carlos Porres, Presidente de la Federación Uruguaya de Billar.
LOS 4 DE LAS 4 ESQUINAS
Cuando en la tardecita del ya legendario jueves 18 de mayo de 1944, en la mismísima esquina de Agraciada y General Luna, los entonces pibes Héctor Codevilla, Nelson Barlocco, Bruno Wilman y Roberto García, terminaron fundando el CLUB WILMAN, y ahora estoy seguro de una cosa: que no pensaron, ni por asomo, en la fecunda trayectoria que tendría y el arraigo popular que provocaría en el barrio Arroyo Seco de Montevideo la nacida institución amateur.
«El Wilman da para hablar… pah! El barrio para mí es todo. Yo nací y viví hasta los 20 años y además como laburaba con mi viejo en la ferretería, era el repartidor del barrio e iba a todas las casas y me conocía a todo el mundo»
Nelson Pino, conservador y restaurador en Museo Nacional de Artes Visuales
¿DE DONDE EL NOMBRE?
Me han contado y lo he confirmado en la investigación que ya iniciamos sin tregua que: «Buscando congraciarse con quien ponía la guita indispensable para empezar a caminar y para la adquisición de las primeras camisetas y luego de barajar muchos nombres, finalmente eligieron para el Club, el del hijo de Don José Pons. Un caracterizado vecino de Arroyo Seco, que no los defraudó, sino que, por el contrario, demostró desde el primer momento su adhesión incondicional a la inquietud deportiva de los muchachos cofundadores».
Y así nació el CLUB DEPORTIVO Y SOCIAL WILMAN, teniendo ya en la década del ´60 su propia casa (Agraciada 2612) a pocos metros donde se materializó la idea fundacional. Una hermosa sede que con el esfuerzo de dirigentes, parciales y vecinos hicieron que se cumpliera la principal función para la cual fue soñada: Centro de formidables reuniones familiares, lugar de diversión para la juventud -me incluyo- de la numerosa barriada. Por contar algo de los beneficios que brindaba «el Wilman» a sus asociados: biblioteca, juegos de salón, televisión, cancha de básquetbol, de voleibol, espacio para reuniones bailables, cantina y una cómoda secretaría; lo que hizo posible que muchos sintiéramos que la sede social era un lugar común en nuestra vida.
«El Wilman era un club que hacía muchas cosas por el barrio. En el Día del Niño hacían carreras de embolsados, juegos y nos regalaban premios. Era un club muy para el barrio, en lo social iba mucha gente a la cantina, a jugar a las cartas… y el baby fútbol… donde fuí partícipe»
Juan Carlos «El Pulga» García, exjugador wilmanense
WILMAN EN LA LIGA GURUYU
A esta hora donde me dispongo a cerrar esta historia, ya nadie piensa en el frío que visita las casas en el tremendo invierno que todavía estamos padeciendo. Ni lo lejos que estamos. (Porque he regresado a mi verdadero hogar). Ni el sol que escasea, ni las quejas del pasado cuando jugábamos al fútbol en la calle, hasta morir… Ni tampoco los oídos que muchas veces no escuchaban a los gurises… Eso sí, hoy lo siento, hay un grito que retumba. Hay también un silencio que llora. Hay caras tajeadas por el tiempo y no tanto por el frío. Como así hay risas quebradas por el viento. Porque hay un mundo nuevo en este mismo mundo, obra y gracia de 80 años de hermosos recuerdos. Y es, simplemente, por un Wilman de Arroyo Seco, donde no nos importan las distancias, porque el fanatismo no reconoce kilómetros.
«Mis padres tuvieron la idea de celebrar el primer cumpleaños mío en la sede del Wilman. Hoy tengo fragmentos de recuerdos, y lo más importante: el registro fotográfico donde puedo comprobar cómo era querido, apreciado como niño y sentir la experiencia valiosa con el paso de los años»
Eduardo Mérica