LA OFI TOTAL. ABRIL 2007. Desde Salto/Eduardo Mérica para FMFUTBOL.COM
El pasado y el presente se mezclaron emotivamente cuando nos enteramos de la temprana muerte del colega salteño Milton Ciol. Fue una absoluta sorpresa porque con su dedicación, seriedad y profesionalismo no sólo ganó experiencia en todo el país, sino también respeto como amigo. Lo bueno es que ya está metido en el corazón de la gente que hace periodismo como él lo sabía hacer…
El amigo de los amigos periodistas del país,
se despidió de su diario Cambio de Salto.
«¡Mérica, como andás!», fue la primera frase exhibida y exhaustiva de Milton Ciol cuando nos reencontramos el lunes 15 de febrero de 1999, a las ocho de la noche en el Grand Ball Room del Hotel Victoria Plaza de Montevideo. Ambos estábamos allí para cumplir con la misión de informar sobre la 13a Edición de América y Europa le responden a El País, año de la consagración del futbolista argentino Martín Palermo.
Esa misma noche compartimos la velada de los mejores de América, sentándonos alrededor de una magnífica y servicial mesa redonda, entre sanduceros y salteños, donde Milton Ciol con Héctor J. Corts y Julio César Damico, logramos en las mejores condiciones que se podía dar ejemplaridad a la hora de sentirnos amigos de verdad.
Como para romper el hielo y como primera impresión que me brota cuando ahora lo recuerdo con cariño, debo decir que Milton Ciol no era egoísta con nadie y menos que menos con ningún periodista del Uruguay. Por ello, me provoca, en lo suyo, la misma impresión que me despertaron los grandes periodistas deportivos de mi país.
Me gustaría aclarar que cada vez que llegábamos a Salto y en especial a Diario Cambio, en ausencia o no «del dueño de casa» don Carlos Artía, siempre Milton Ciol nos recibía con una faceta humana que muy pocos conocen… nos escuchaba a veces hasta el hartazgo donde en forma repetida, lo primero que le preguntábamos era por el desarrollo de nuestro querido club Hindú, y luego como una costumbre impremeditada iniciábamos una pendencia incansable de la tecnología que se venía muy próximo a transformar como vehículo insuperable a toda la prensa nacional.
¡Ni hablar cuando requeríamos alguna foto del archivo del diario!. Iba, buscaba y nos la brindaba sin pedir nada a «Cambio» (valga la redundancia de su amado diario).
Sin ser peyorativo, hoy pienso que Milton y yo fuimos los primeros que avizoramos el futuro de toda la prensa del interior, cuando nadie se interesaba demasiado en ello…
A tal punto que un día nos aclaró de entrada que si nosotros seguíamos adelante con nuestro proyecto iba a ayudarnos en todo lo que pudiera. Y cumplió siempre.
Su manera de ser fue admirable. Tanto que nosotros supimos cumplirle también a él, cuando al año siguiente nos encargó ser guía de un periodista como Roberto Cerpa, enviado por él para cumplir con otra edición de la misma fiesta, esta vez, en Haras del Lago.
Podría decir que Milton Ciol, hablaba y prometía poco, pero su palabra era sagrada. Porque siempre quería ir directo al punto, porque no aguantaba la hipocresía ni las falsas amabilidades.
Era el mejor amigo de los amigos periodistas del país, y el más duro en silencio de los enemigos.
Milton Ciol, era bueno de verdad. Tanto en su profesión como persona para tratar.
Milton Ciol, pertenece a esa categoría de periodistas del interior. Y qué conociéndolo como lo conocí me alcanza hoy para estar seguro de una cosa… Qué a sus 48 años, Milton Ciol, antes de ingresar definitivamente en el cielo se despidió de todos y exhaló la famosa frase de todos los salteños «¡Adiós mi Salto, le dije un día!». Significativamente sublime.