Luego de la suspensión por agresiones recibidas en el partido que Universitario le ganaba 1-0 a Ceibal en el estadio Dickinson en primera división, los árbitros decidieron paralizar toda actividad de la Liga Salteña de Fútbol. Al día siguiente informaron que la decisión aplicaba solo a la Divisional A, tal como recomienda el protocolo de la organización nacional de gremiales, pero al día siguiente volvieron a suspender todo fútbol.
Hay molestia de algunos integrantes de Asa por las ausencias que se dieron a las reuniones que se realizaron luego del partido entre Universitario y Ceibal, pero sobre todo porque aunque apoyan la medida de Asdaf (la mayoría de los incidentes que se registraron este año involucran a Asdaf), la mayoría trabaja de todas maneras este fin de semana en distintas ligas.
Es cierto, muchos de los árbitros de Asdaf dirigen entre hoy y mañana en ligas menores, en Constitución e incluso uno de los árbitros agredidos el miércoles, que recibió el cabezazo de Darío Rondán, Sebastián Samit, está designado para arbitrar en la Copa AUF-OFI de sub 14 y sub 15 en Paysandú.
La suspensión del fútbol implica no solo que los clubes se queden sin actividad, aún aquellos que no tuvieron nada que ver en los líos y no forman parte de la divisional, sino que los árbitros se queden sin los ingresos económicos de este fin de semana, a excepción de los que pueden ir a trabajar a otras ligas, como ocurre.
Se entiende de parte de muchos actores del fútbol salteño ajenos a la actividad arbitral, que son rehenes de la situación «porque los árbitros igual trabajan en otras ligas».
En realidad no es así para todos los árbitros, por eso las molestias internas, y por las grietas en la comunicación, que generan diferencias en las opiniones y decisiones que luego se toman.
La atención se ha desviado del tema principal en el ambiente arbitral, pero lo concreto es que no hay fútbol y se debe a la violencia reiterada. La severidad de las penas es lo único que queda por esperar, llámese campeón salteño o equipo de la ‘C’, ya que se supone que el fin de semana que viene todo va a volver a la normalidad. El árbitro, más allá de que trabaje igual o no, o sea bueno o malo, salvo rara excepción, es la víctima de la situación desde siempre.
Fuente: Diario Cambio