Septiembre de 2004. La selección argentina viene haciendo unas muy buenas eliminatorias. Van ocho fechas y el equipo marcha segundo, detrás de Brasil. Hace pocos días se trajo una importante victoria de Lima, 3 a 1 sobre Perú. Pero algo en Marcelo Bielsa no está bien. El director técnico, que había atravesado un estruendoso fracaso en Corea-Japón 2002 y que había tomado aire con la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, llama a conferencia de prensa. El martes 14 de septiembre, en el predio de la AFA, el rosarino sorprende a todos: “He renunciado a continuar como DT de la selección. Los motivos son muy simples y sencillos: me quedé sin las energías que demanda este cargo. La decisión la comencé a madurar al regreso del partido que jugamos con Lima en Perú en el último partido de las eliminatorias”, arrancó su alocución ante el asombro del periodismo presente.
“Consideré que él (Grondona) no insistió por respeto y vio que era una decisión madurada. Yo valoro y seguiré valorando la alternativa que Grondona me otorgó al renovarme el contrato en Japón y Corea.
Marcelo Bielsa
De energías habló Bielsa, algo que también mencionó Lionel Scaloni en la madrugada de Río de Janeiro, donde sus palabras tomaron por sorpresa a los medios que asistieron a la conferencia de prensa. “Esta selección necesita un entrenador que tenga todas las energías posibles y que esté bien”, expresó el nacido en Pujato para argumentar una idea que quedó sobrevolando, aunque lejos estuvo de confirmarla: que su intención es dejar de ser el entrenador de la selección.
A diferencia de Bielsa en el 2004, Scaloni no renunció, está claro. Pero ciertos elementos de su discurso recordaron al que el actual técnico de la selección uruguaya dijo en su momento. “Noté que la energía que se necesita para ser DT de la selección, que demandan la responsabilidad, ya no la tengo; no tengo ese impulso. Me pareció que a esta altura del trabajo no permite este tipo de ausencias de energías, entonces maduré la decisión y me desligué de este trabajo”, explicó Bielsa en aquel momento.
Nunca quedó del todo clara la situación, aunque las versiones más firmes hablaban del enojo de Bielsa con Julio Grondona, presidente de la AFA, por no haber hecho todo lo necesario para que algunos clubes de Europa cedieran a futbolistas para los Juegos Olímpicos. En particular, los casos de Juan Sebastián Verón y Pablo Aimar, por entonces jugadores de Inter y Valencia, respectivamente.
“Terminaron los Juegos y percibí las eliminatorias encarriladas, no está resuelta, pero me pareció este el momento ideal. Quedan dos partidos de local, es un dato a tener en cuenta, y me pareció trasladar la decisión mas adelante no era adecuado. Si las eliminatorias no eran favorables, no hubiera tomado esta decisión. Las dificultades dan energías. Se ha consolidado una variación en la constitución del plantel, se han reunido dos generaciones. Me parece que una parte de la tarea, que era producir un ensambe de generaciones, se ha completado. El camino de la selección ya está encarrilado”, ahondó Bielsa en su explicación. Otra vez el tema de las energías.
Sin embargo, en su descargo, el rosarino nunca vinculó su determinación con una mala relación con Grondona. “Consideré que él (Grondona) no insistió por respeto y vio que era una decisión madurada. Yo valoro y seguiré valorando la alternativa que Grondona me otorgó al renovarme el contrato en Japón y Corea. Esa decisión indica un apoyo invalorable. Lo que tuve que recibir de la AFA lo recibí. Repito esto porque sino me sentiría un ingrato”, dijo Bielsa.
Las palabras de Scaloni pusieron un manto de silencio en medio de la euforia del Maracaná. El conductor de la gesta de Qatar no renunció, pero dejó en claro la posibilidad de dar un paso al costado. La falta de energía volvió a ser el factor aducido por el estratega, al igual que su mentor lo hizo casi dos décadas atrás. El universo futbolero argentino espera que la historia no termine de la misma manera.
Fuente: La Nación