El 23 de octubre de 1815, El Protector de Lo Pueblos Libres, elevaba un oficio al Cabildo de Montevideo, ponderando, defendiendo y solicitando que “no se menguara esfuerzos en respaldar la edición del Periódico Oriental”, editado por el Cura Mateo Vidal, un artiguista de ley y promotor como nadie del republicanismo en estas latitudes.
Es que el General comprendía mas que nadie que “la prensa era la artillería de la libertad” según referiría el Danés Hans Christian Andersen.
Desde entonces la prensa libre y el periodista nacional, han trillado la historia y vanguardeado la lucha por los derechos ciudadanos, poniendo y exponiendo la propia vida en aras de su oficio que mas que oficio es causa y mas que causa un ideal incorruptible.
Porque el periodismo mas que una profesión es una vocación, sin desmerecer por cierto a la academia que aporta los suyo y aporta bastante, cúmpleme reivindicar esa labor con la que me siento tan identificado, que fisiológicamente nace en al las tripas y fructifica en la mollera.
El periodismo es en síntesis una institución sin la cual la democracia se desvanece, palidece y declina, pues es sin dudas pilar fundamental de la libertad que en su esplendor ilumina el alba de la mas pulcra reivindicación ciudadana.
No hubo instancias históricas de la Patria que no tuviese un periodista atrincherado en quites o defensas, en retaguardias y avanzadas, hubo Periodistas en el Cerrito y en la defensa, hubo periodistas entre las ruinas de la Paysandú Vilipendiada, en Corralito y Severino, en Quebracho en Tres Arboles, en Masoller, en Paso Morlan y en Caraguatá.
Hubo periodistas atrincherados en la Ciudad Vieja en el pérfido Febrero Amargo del 73, y hubo periodistas en la oscura noche que se nacía en aquella gélida mañana de Junio cuando la Libertad palideció por toda una década.
Y como no podría dejar de ser hubo periodistas en aquel “Rio de Libertad” que con su torrente avasalló la impúdica tiranía y desaguó en el océano siempre necesario de la democracia, que hoy nos diferencia y define.
Pero por sobre todo hay periodistas en el trajinar diario de mi Frontera cotidiana, mascando la amargura de las mil vicisitudes que en aras de la ingratitud pretenden una y mil veces acallar su voz.
Yo no soy periodista, pero los admiro, los valoro y los ponedero.
Los de ayer, los de hoy y los de mañana que desafiando los monopolios prostituidos, se irguen valientemente en defensa de la eterna libertad siempre tan amenazada.
Para ellos, para mis amigos, para los que ya han partido, para los que aun no han nacido, vaya mi reconocimiento y felicitaciones en su día, pues como ya lo dijo aquel gigante de las letras (también Periodista por cierto) “ser Periodista es tener el privilegio de cambiar algo todos los días” (Gabriel García Márquez).
Feliz día.