El partido que la selección chilena enfrentará ante Uruguay, este viernes, en Montevideo será un encuentro de vínculos: el que une a Marcelo Bielsa con la «Generación Dorada», y el que mantiene Eduardo Berizzo con quien fuera su maestro, y todo en viceversa.
Una relación de afecto y respeto en todas direcciones, que deberá pasar por el fuego de la competencia, una que luce complicada para La Roja en el estadio Centenario donde nunca ha ganado por las clasificatorias a la Copa del Mundo, y le toca debutar en el espinoso camino al Mundial 2026.
«Quiero muchísimo al pueblo de Chile. Tengo recuerdos de su fútbol que nunca voy a poder olvidar». Fue la respuesta de Bielsa ante la consulta de la prensa uruguaya de explorar en el corazón de quien asumió el mando de la Celeste, y que lleva en la memoria su paso por Chile (2007-2011).
Sus palabras son recibidas por los chilenos con la nostalgia de quien recuerda a un buen amor, pero que entiende que el destino a veces separa e incluso te pone en la vereda de enfrente. Frases de agradecimiento y pedidos de clemencia, previendo el éxito uruguayo, se leen en redes sociales de parte de los aficionados chilenos.
UNA RELACIÓN CON LAZOS VIVOS
A Bielsa también le unen otros lazos con el país austral. Su hermano, Rafael Bielsa, es el embajador argentino en Santiago, y en su cuerpo técnico mantiene a Diego Reyes, quien se unió en 2008 y le ha acompañado en Athletic de Bilbao, Marsella, Lille y Leeds United.
Con Chile, Bielsa dejó una huella profunda clasificando a la selección al Mundial de Sudáfrica 2010 tras 12 años sin acudir a una cita mundialista, en una eliminatoria en la que La Roja se ganó el respeto del continente finalizando segunda detrás de Brasil por apenas un punto de diferencia.
Forjó una nueva mística y disciplina en el equipo chileno al cual renovó con figuras emergentes como Claudio Bravo, Arturo Vidal, Alexis Sánchez y Gary Medel, que a la larga se convirtieron en la Generación Dorada que consiguió dos Copa América consecutivas en 2015 y 2016, y que todavía ahora, pero ya en declive, sigue acaparando el núcleo de la Roja.
En ese proceso lo acompañó Berizzo como asistente, quien hoy día como entrenador de Chile se encuentra a la selección en un escenario similar al de la llegada de su maestro, tras la ausencia de los australes en Rusia 2018 y Qatar 2022.
ALUMNO CONTRA MAESTRO
El encuentro de ambos seleccionadores vendrá acompañado de la potente carga emocional de una relación que suma 41 años. Dos personas que se conocen bien y que pasarán de haber luchado juntos a la necesidad de derrotarse, sin perder en el camino el reconocimiento mutuo.
«Tengo admiración profunda por su entrenador, verdadera, porque lo conozco en profundidad y espero una expresión futbolística de cuidado», dijo Bielsa sobre su pupilo consultado hace días.
Si alguien confía en la capacidad de Berizzo es Bielsa. Fue él quien lo llevó a las inferiores de Newell’s Old Boys en 1982, tras descubrirlo en un torneo infantil cuando el ‘Loco’ solo era scout del club argentino y el ‘Toto’ un incipiente defensor central.
Cuando Bielsa se convirtió en el entrenador del equipo rosarino lo hizo debutar en primera división y juntos fueron campeones en 1991 del torneo argentino frente a Boca Juniors y subcampeones de la Copa Libertadores de 1992. Tras llegar a Atlas en México, Bielsa le reclamó a su lado, y fue la primera experiencia internacional de ambos.
Berizzo demostró su valía siendo referente del equipo de Guadalajara, como ahora tendrá la misión de rescatar a Chile y conquistar esos corazones que aún laten con el recuerdo de Bielsa, con quien comparte convicciones y metodología sin anularse, pero sobre todo queriendo dejar su impronta que lo llevó a dirigir en Europa y a Paraguay.
Sánchez, Vidal o Medel, esa generación consagrada a la que Berizzo vio crecer, deberá ser su apoyo ahora para impulsar un proceso que ellos también necesitan sea exitoso lo que incluye volver al Mundial y acompañar a un relevo que pueda repetir grandes momentos como los que recuerdan Bielsa y todos los chilenos.
Fuente: Alairelibre