El tenista alemán de ascendencia rusa Alexander Zverev en el marco del partido de octavos de final del Abierto de Estados Unidos contra el italiano Jannik Sinner, se diputaba el segundo punto del quinto game correspondiente al cuarto set, cuando este número 12 del mundo frenó su saque y se dirigió al juez de silla con gestos de indignación tras haber escuchado un grito nazi desde los estrados.
“Acaba de decir la frase de Hitler más famosa que hay en este mundo”, se puede escuchar a Zverev decir en el vivo -transmitido por ESPN- mientras caminaba hacia el umpire y señalaba al fanático pronazi. «Es inaceptable», añadió.
El árbitro James Keothavong desplazándose en su silla tras el dato de Zverev, le pide al aficionado que se identifique. “¿Quién ha sido el listo que ha dicho la frase? Pon la mano arriba”, exigió.
Luego efectivos de seguridad se acercaron al aficionado y lo escoltaron hasta la salida del Arthur Ashe Stadium. «Se dirigió un comentario despectivo hacia Alexander Zverev», dijo el portavoz de la Asociación de Tenis de Estados Unidos, Chris Widmaier, según The Associated Press.
El fanático vociferó “Deutschland über alles” (Alemania sobre todo) que es la primera estrofa del himno en tiempos del Tercer Reich, lo que ofuscó a Zverev porque consideró que este fanático engalardonó al Nacional Socialismo genocida.
Se puso a cantar el himno de Hitler: ‘Alemania, Alemania por encima de todo’. Eso fue excesivo. Me encanta cuando los fans son ruidosos y emocionales. Pero hay que mantener el respeto. Soy alemán y no estamos orgullosos de esta parte de nuestra historia. Estaba sentado en una de las primeras filas y mucha gente escuchó eso. Tenía que hacer algo.
Pero este ‘himno nazi’ es mucho más antiguo que el régimen de Adolf Hitler: fue escrito en 1841 por August Heinrich Hoffmann von Fallersleben y luego se terminó convirtiendo en el himno oficial de la República de Weimar.
La primera estrofa que vociferó el aficionado en el US Open no se canta en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial porque está prohibida. Esta frase la usaba el ejército alemán al invadir las ciudades, por lo que los aliados la tipificaron legalmente como un delito punible por incitar a la discriminación y al negacionismo.